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Selva Tabeira nació en Minas en 1958, en una familia conformada por sus padres y su hermano.

 

El padre de Selva era un hombre con gran capacidad para el trabajo y llevó adelante múltiples proyectos, lo que influyó fuertemente en la personalidad de su hija.

 

Se educó en la escuela y el liceo públicos de su ciudad, y cuando siendo niña le preguntaban qué quería ser, decía que de grande quería ser partera y farmacéutica.

 

Siguiendo esta visión que tenía desde pequeña, estudió primero preparatorio -orientación Medicina- y luego se formó como auxiliar de enfermería.

Una vez finalizados sus estudios, comenzó a trabajar en la salud. Sus primeras experiencias laborales fueron en el Hospital Musto y el Hospital Español.​

A medida que iba sumando experiencias en este sector, fue descubriendo cuánto había por hacer y por mejorar respecto a la situación de la salud mental.

Trabajando ya en el Hospital Psiquiátrico Vilardebó, la conmovió especialmente la situación de los internados judiciales, los llamados usuarios judiciales. A estos internados la Justicia los declara inimputables, al comprobar que actuaron sin ser conscientes de lo que hacían, debido a una enfermedad mental.

Estos usuarios son de alta complejidad desde todo punto de vista, ya que en general crecen y viven sin diagnóstico, ni tratamiento. Su enfermedad se detecta o cobra notoriedad a partir de algún episodio relacionado con hechos de sangre, que en general son consecuencia de la falta de reconocimiento de la patología y de cuidados adecuados.

Judicialmente declarados inimputables, se determina su internación en el Hospital Vilardebó como medida curativa.  Pero ese hospital entonces no contaba con un dispositivo específico para la rehabilitación de este tipo de pacientes, lo que los condenaba a permanecer allí por muchos años, con una perspectiva sin sentido y atemporal, sin un horizonte visible.

Esta realidad movilizó a Selva y decidió que era momento de hacer algo por cambiarla.

En el año 2008 inicia su proyecto de rehabilitación psicosocial del usuario judicial, que comienza constituyendo un espacio laboral llamado Taller Sala 12 del Hospital Psiquiátrico Teodoro Vilardebó y que tiene su continuidad en la comunidad, con la promoción y la inclusión social y laboral de los internados e incluso de su entorno familiar. El objetivo fundamental es la recuperación de las habilidades sociolaborales y la reinserción comunitaria, acortando el período de internación. 

El primer paso fue formar un equipo de trabajo con usuarios internados en la sala de seguridad. Este equipo fue recibiendo formación y de a poco fue realizando trabajos de albañilería (reformas edilicias), en diversos sectores del Hospital, mejorando notoriamente la evolución clínica de los pacientes y colaborando a su vez con el estado de las instalaciones del sanatorio.

El proyecto fue creciendo: lograron tener un espacio dentro del Vilardebó en el que cuentan con las herramientas necesarias para brindar capacitación a los usuarios en distintos oficios; herrería, soldadura, carpintería, tallado en mármol y en madera, serigrafía, albañilería.

Algunos de los materiales que utilizan se encontraban en desuso, como camas de hospital, tirantes de techos en ruinas, etc., y otros los consiguen gracias a donaciones o a intercambios de servicios con otras Instituciones.

Una de las mayores necesidades del proyecto es su visibilización en la sociedad y en los medios, ya que esto favorece su desarrollo y crecimiento. Pero la realidad es que esta visibilidad es muy fluctuante, en algunos períodos cobra gran difusión gracias a su importancia y diferenciación y por momentos parece tan apartado y sólo, como lo puede estar un paciente psiquiátrico con la mirada fija entre sus pies.

El respaldo de personas influyentes ha sido de gran importancia para el aumento de la visibilidad e impulso del proyecto, como el apoyo que siempre ha brindado el ex Presidente de la República José Mujica.

El Taller Sala 12 no fue el fin de los proyectos de Selva, sino el inicio. A partir de esta experiencia surgió la necesidad de darle continuidad al proceso de resocialización del usuario judicial internado, acortando los plazos de internación. Para ello elaboró un proyecto de reinserción social (Residencia “El Trébol”) que se concretó en octubre de 2015. El espacio comprende una residencia fuera del ámbito hospitalario para la estadía transitoria de usuarios que, estando en condiciones psiquiátricas de egresar, puedan contar con autorización judicial para su egreso a dicha vivienda. La rehabilitación en esta casa de medio camino implica primero recuperar o generar habilidades para la vida diaria, resociabilizar y, como objetivo final, la reinserción laboral. 

Este es un proyecto financiado por el Patronato del Psicópata y Selva es la encargada general de un equipo conformado por una Licenciada en Psicología y seis operadores terapéuticos calificados que acompañan a los residentes de la vivienda. La humanidad y calidez promovidas por Selva han facilitado el proceso de integración del equipo, generando un fuerte vínculo entre sus integrantes y con los pacientes.

La integración de la comunidad es el mojón que se ha logrado este año. Los usuarios junto a sus familiares y entorno, impulsados por Selva, crearon la Cooperativa Social de lavadero (“Dodici”) para lograr la tan anhelada inserción laboral. Comenzaron a trabajar para el Centro Tarará Prado en octubre, y a en poco tiempo firmarán contrato para realizar la lavandería del Hospital Vilardebó. El inmueble en el que funcionan cuenta además del galpón, con tres viviendas que ofician de paso intermedio entre la residencia “El Trébol” y el próximo proyecto de Cooperativa de Vivienda.

Y los desafíos de Selva continúan. Ahora está gestionando la posibilidad de conseguir un predio para la formación de una cooperativa de vivienda, en la que se alcanzarían las metas planteadas: la independencia e inclusión social de estos usuarios.

El carácter transformador de Selva no solo radica en su disposición para el trabajo, en su preocupación por la realidad de los menos favorecidos y su compromiso con la salud, sino en su capacidad para generar los apoyos necesarios para que sus proyectos crezcan, como los del Hospital Vilardebó, Patronato del Psicópata, ASSE, Presidencia de la República, INAU, ANEP, CODICEN, obteniendo gradualmente buena receptividad de la comunidad en general, y del Poder Judicial quienes siempre autorizaron a sus usuarios las solicitudes de ingreso al Proyecto “El Trébol”.

Su empeño y su tesón han demostrado que con una continentación adecuada (adhesión y continuidad del tratamiento, rehabilitación e inserción socio-laboral) es posible reconstruir sus vidas como ciudadanos libres en un futuro no tan lejano.

Su dedicación va más allá de horas de trabajo asignadas y de un compromiso personal para cumplir objetivos que la involucra las 24 horas del día. Logra con esta forma de trabajo involucrar a personas que provienen de los ámbitos más diversos, contagiando su energía e interés por esta tarea.

Tanta labor ha recibido merecidos reconocimientos como el premio internacional Madre Teresa de Calcuta, el premio internacional MasterofLife de la Federación Mundial de mujeres Grandes Maestras. Reconocimiento Juanas Universales, el DiplomaMorosoli Institucional 2016 de la Fundación Lolita Rubial y la Distinción “por su aporte a la causa de la paz”.

Texto editado por Diana Barrera.

La capacidad de los ininmputables

SELVA TABEIRA

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